Sé que el título suena fuerte pero es lo único que se me ocurre para llamar a lo que está ocurriendo con los secuestrados en Colombia. Que Piedad Córdoba se vaya a pedir acueductos para su pueblo, vaya y venga, pero que comience a negociar junto con su colega Hugo Chavez (colegas ideológicos) la liberación de los secuestrados es un riesgo para nuestro país y para la estabilidad de la región en general. Algunos me dirán que estoy en contra de que liberen a estas personas: no, todo lo contrario. Pero quedará en la conciencia de los colombianos que vivimos este infausto periodo de la historia si dejamos que esto suceda de la forma como va a suceder. Los "buenos oficios" de la senadora Piedad y del Presidente Hugo no son más que un vitrinazo ante la opinion internacional, que no sólo legitimaría la forma de gobernar de Chavez, sino la lucha de las FARC, al darle caracter político a este movimiento terrorista.
Eso, queridos compatriotas, el darle el estado de beligerancia a las FARC, les dará el poder para quitarse de la lista de terroristas y comenzar a captar nuevamente fondos de los hippies suecos y daneses que creen que en Colombia los héroes son ellos, con lo que van a recuperar poder bélico y a atentar nuevamente contra la población civil en todo el país. De la historia hay que aprender un poco, y si bien es cierto que con la zona de despeje del Caguán fue posible la liberación de muchos secuestrados, también lo es que esa zona ayudó a la guerrilla a fortalecerse nuevamente, sólo para continuar asesinando y secuestrando a quienes hoy lloramos, extrañamos y pedimos por su liberación. La actual infraestructura de la guerrilla es una consecuencia directa de aquella zona de despeje. No estoy de acuerdo con el Presidente Uribe en muchas cosas, sobre todo en que todos en el gobierno se llamen Uribe o Vélez, o Uribe Vélez o Vélez Uribe, pero su política de seguridad SI ha evitado cantidades de secuestros y ha mermado el poder bélico de estos eclécticos de la lucha popular. Analizando estas dos variables al tiempo, el invariable resultado de una u otra es el escalamiento del conflicto, en beneficio de uno u otro bando según sea la variable dominante, pero con las mismas consecuencias: violencia, muerte y secuestro. Quisiera referirme ahora a los familiares de los secuestrados; ojalá existieran palabras para consolar la ausencia injusta y forzada de un ser querido, pero sólo tengo para ustedes mis mejores deseos de que vuelvan a ver a sus familiares y amigos en libertad. No tengo ningún familiar ni amigo en esta situación (y ruego a Dios porque no suceda), y tampoco puedo llegar a entender la desesperación y las motivaciones que tiene cada familiar para pedir la libertad de sus seres queridos. Pero, haciendo un acuerdo humanitario con las condiciones de las FARC sólo va a causar que dentro de 5 años estemos en la misma situación, pero con otros nombres y llorando a otros muertos. Probablemente si estuviera en su lugar estaría haciendo lo mismo que están haciendo ustedes, pero alguien tiene que decir que esta situación ya la habíamos vivido y la seguiremos viviendo hasta que las personas ilegítimamente armadas se encuentren bajo la ley, sea por obra o por fuerza. Esto es un negocio, y hay que llamarlo como es porque cambian vidas por dinero o por tierras que muy seguramente producirán dinero en secuestros o zonas de tráfico de drogas o de armas. Las vidas de los secuestrados son la moneda con la que se intercambian. Lo que quiero que entiendan es que dentro de 15 años, cuando sea el turno de nuestros hijos de ser secuestrados, o de salir de sus tierras por amenazas, o de vivir encerrados en las ciudades, en ese momento la historia nos va a pasar la cuenta de cobro, porque no tuvimos la valentía de enfrentarla nosotros, y hacer los sacrificios nosotros. Nuestros hijos y nietos serán las víctimas de lo que hagamos o dejemos de hacer por nuestro país en este momento. Y la historia es contundente a la hora de pasar juicios, como lo ha hecho en el total de la joven vida de nuestro país, un nudo de arrepentimientos desde la entrega de Panamá. Colombianos, es hora de hacer sacrificios por nuestro país, pues de nuestros actos dependen las vidas de nuestras generaciones futuras. No entreguemos al país a nadie. Elijamos bien a nuestros dirigentes y no por bazares de arroz con pollo y aguardiente, tejas y cemento o el puesto de mi hijo en la alcaldía. Rechacemos a los violentos y no cedamos ante el terrorismo: el futuro de este país depende de las concesiones que le hagamos a estos delincuentes hoy. Bienvenidas las gestiones para la libertad de los secuestrados, pero no para que Chavez, conocido aliado de las FARC, haga propaganda a su gobierno opresor y legitime a estos malhechores. Y por sobre todo, que esta generación sea la generación dispuesta a ofrecer sus vidas para que sus hijos puedan vivir en un país con justicia, libertad y paz.
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